domingo, 10 de julio de 2011

LA EVALUACIÓN DESDE LO ETICO Y LO SOCIAL

La educación como campo privilegiado  para el desarrollo integral de los seres humanos, ha atravesado y sigue afrontando serias dificultades que exigen un decidido replanteamiento de formas, métodos, sistemas y recursos, competencias y mística, conocimiento de las culturas y sus repercusiones en la vida de cada ser.  

Nos preguntamos: ¿En qué mundo y para qué mundo educamos? Educamos: en una sociedad en riesgo, donde el futuro deseado no está garantizado, pero es posible alcanzarlo; educamos en la sociedad del conocimiento, donde éste  fluye de manera global, por las redes electrónicas; educamos en un espacio multicultural, virtual, interactivo y simultaneo, con grandes facilidades de acceso a la información, pero donde la vida y la cultura son vulnerados, de ahí la importancia de la intervención del trabajo de la escuela como espacio de oportunidades.

Teniendo en cuenta lo anterior se escribe  el presente ensayo, en el cual se presente abordar uno de los temas más importantes en la formación integral del individuo, tomando como base una serie de connotaciones éticas y sociales que se generan en la construcción, administración e interpretación de  los procesos de evaluación del aprendizaje de los estudiantes.

Es importante señalar que  “ la evaluación es un proceso reflexivo, sistemático y riguroso de indagación sobre la realidad teniendo una acción transformadora de la vida de cada sujeto, que atienda al contexto, considere globalmente las situaciones, atiende tanto a lo explícito como lo implícito y se rija por principios de validez, participación y ética(Celín Miguel 2011) 

Para dar inicio es importante clarificar que hoy, la enseñanza está al servicio de la educación, y por lo tanto, deja de ser objetivo central de los programas la simple transmisión de información y conocimientos. Existiendo una necesidad de un cuidado mayor del proceso formativo, en donde la capacitación de los estudiantes está centrada en el auto aprendizaje, como proceso de desarrollo personal.

Bajo la perspectiva educativa, la evaluación debe adquirir una nueva dimensión, con la necesidad de personalizar y diferenciar la labor docente, entendiéndose que cada sujeto es un ser único, es una realidad en desarrollo y cambiante en razón de sus circunstancias personales y sociales. Un modelo educativo moderno contemporiza la atención al individuo, junto con los propósitos y las exigencias sociales.

Juan Álvarez citado por   Miguel Celín en evaluación de los procesos formativos dice: “el fracaso escolar es uno de los retos a los que se enfrenta la educación, justifica reformas y enciende debate, esta ha contribuido muy poco a resolver este que está llamado a brindar ayuda y apoyo a quienes aprenden, sin embargo no se está haciendo”.

Ante esta posición del autor se asume  que la evaluación es un tema de difícil solución y de difícil acuerdos, pero indudablemente nos compromete diariamente en los desafíos similares de esta hermosa tarea de educar.

Desde el enfoque de Miguel Celín,  la evaluación debe apuntar al aprendizaje y a la reconstrucción personal del conocimiento existente y el desarrollo de capacidades de un sujeto, debe ser una tarea permanente de los docentes, mediante procesos cooperativos, compartidos, hasta lograr la autoevaluación plena.

Abordar la evaluación desde las connotaciones éticas y sociales es entender claramente su dimensión formativa en la cual se asegura una mirada integradora que favorece el actuar del evaluador pensando en todos los casos que se debe tener en cuenta  no solo en los criterios que buscan el crecimiento cognitivo sino también el desarrollo personal.

La evaluación es un proceso  reflexivo  y de indagación sobre la realidad porque  pues por  si misma no tiene sentido, esta  es el resultado de un conjunto de relaciones entre los criterios, métodos, modelo pedagógicos, los estudiantes, los padres de familia, los docentes y los distintos elementos que promueven el desarrollo integral, los cuales favorezcan la relación permanente dentro del sistema educativo total de la institución: relación estudiantes con el conocimiento, de los docentes con los estudiantes, de los alumnos entre si, de los docentes y las familias.

Es un proceso pensado que debe asumir con criticidad la realidad de los sujetos a evaluar, sus necesidades, características fisiológicas, las condiciones psicológicas, el nivel de competencias que debe cualificar  según su desarrollo evolutivo.
Desde el punto de vista de la transformación social se considera que la evaluación apoya, corrige y previene desde la toma de decisiones en relación con cambios a producirse como consecuencia de los resultados obtenidos

La fuerte presencia social de la evaluación  ha de enmarcarse desde la contextualización de la misma en el proceso de planeación  hasta lograr que los resultados muestren cambios de conductas que señalen crecimiento, apropiación y mejora en el ser humano.

“Las dimensiones éticas de la evaluación se relacionan directamente con aspectos de orden práctico, no ya de técnico, interese conocer al servicio de qué fines esta la evaluación que el profesor practica: que principios formativos orientan la evaluación, conocer el servicio de qué  y de quien”.

El ejercicio de la evaluación en el aula en el campo educativo  demanda conductas éticas en el evaluador  y el evaluado tal como se define en el módulo de Evaluación en la educación superior del Dr. Miguel Celín en el cual se expone la necesidad de que la evaluación:

·        Sea justa, en la elaboración de la preguntas, corrección de las respuestas y en el uso que el profesor hace de los resultados (Gipps y Stobart, 2004).
·        Tenga en cuenta ritmos, estilos de aprendizaje y que asegure la igualdad de oportunidades (Dubet, 2005).
·        Le permita al estudiante aprender y autorregularse.
·        Actué en contextos de confianza, respeto y de responsabilidad  compartida y
·        Los estudiantes la asuman con principios de honestidad y  autonomía.

Finalmente es importante señalar admitiendo que el papel primordial de la evaluación sea el acompañamiento continuo del proceso de aprendizaje de los estudiantes, el considerar la evaluación como parte integral del proceso de aprendizaje cambia el papel del profesor que la emplea para dar notas y cumplir con los requisitos exigidos por la institución. Su papel se convierte en proporcionar  resultados para ayudar a los estudiantes en su formación.

Sin duda, en un proceso de valoración pluridimensional, es importante evaluar todos los componentes, las implicaciones, variables y entramados del fenómeno en cuestión; esto permite evitar arbitrariedades, apresuramientos o atropellos en la determinación, caracterización y valoración de una realidad.

En el ámbito educativo, hay que evaluar conocimientos conceptuales, procedimentales y actitudinales. En este compromiso, desarrollar ejercicios de descentramientos (ponerse en el lugar de cada sujeto) es importante porque evita atropellar y juzgar en forma arbitraria a quienes están inmersos en el proceso evaluativo. La evaluación para ser pluridimensional debe contener como mínimo las variables: capacidad de ser, de saber, de saber hacer,  de comprender, de resolver, capacidad de convivir, de aprender por sí mismo, de cuestionar, analizar,  y proponer, entre otras variables.

Si comprendemos la evaluación en el entramado de la dinámica de los estándares para la calidad educativa; entonces tendríamos que evaluar los estándares de contenidos establecidos en una institución determinada, los estándares de oportunidades que ofrece esa institución y por consiguiente cuál es la calidad de los estándares de desempeño que demuestran los implicados en el proceso de la evaluación. Este compromiso de evaluación permite evaluar en forma sensible, subjetiva y objetivamente  el proceso, el resultado de un fenómeno, tarea o actividad determinada.
  
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CELÍN; Miguel. Modulo procesos de evaluación en la educación superior. Universidad Autónoma del Caribe. Programa de posgrados. 2011

FERNÁNDEZ José Leonidas, QUIROZ Ruth Helena. Evaluación por competencias en el proceso de formación integral.  2010

Lic: Alba Anaya Ruz